lunes, 19 de marzo de 2012

Bodas de Oro de la Promoción 1956-63 del Instituto "Séneca" de Córdoba

       El pasado sábado 17 de marzo de 2012 se celebró en el Instituto de Bachillerato "Góngora", anterior Instituto de Enseñanza Media de Córdoba, un encuentro de antiguos alumnos que cursaron estudios en dicho Centro entre 1956 y 1963, celebrando así, sus bodas de oro de haber terminado el Bachillerato.  El encuentro fue organizado por Don Alfonso Gómez López, abogado, escritor e hijo del Ilustre Don Juan Gómez Crespo. El Acto de Bienvenida tuvo lugar en la Capilla del Colegio de  la Asunción de dicho Centro, con la asistencia de la Directora  del Instituto "Góngora", Doña Maribel García y de las Concejales del Excmo. Ayuntamiento de Córdoba, Doña María Amelia Caracuel y Doña María Jesús Botella. A dicho Acto contó con la presencia destacada de antiguos profesores del centro como Don Carlos Pérez de Siles, Don Constantino Pleguezuelos y Don Francisco Calderón. Posteriormente se celebró una misa de sufragio por los familiares, profesores y compañeros fallecidos a cargo del sacerdote Don Juan Moreno Gutierrez. Por último se celebró una comida de confraternización en las Bodegas Campos, para cerrar los actos con una visita nocturna a la Mezquita-Catedral de Córdoba.
Don Carlos Pérez de Siles y Don Constantino M. Pleguezuelos

       De dicha promoción de alumnos podemos citar, entre otros, a Don Urbano Cepas Rojas (Ingeniero de Caminos), Don Manuel Moreno Díaz (Traumatólogo), Don José Luis Ayuso Muñoz (Director de la Escuela de Peritos Industriales de Córdoba), Don Antonio L. Diaz Alonso (Doctor Ingeniero Agrónomo) así como el citado D. Alfonso Gómes López.

Alumnos de la Promoción 1956-1963, junto a antiguos profesores y la actual Directora del I.B. "Góngora"

      Palabras pronunciadas por D. Constantino M. Pleguezuelos en el Acto Académico


Sres. representantes del Excmo. Ayuntamiento de Córdoba, Sra. Directora del instituto “Góngora”, queridos antiguos compañeros del instituto “Séneca”, queridos alumnos celebrantes de vuestras bodas de oro en el Centro, señoras y señores:
 Cuando mi buen amigo D. Alfonso Gómez López contactó conmigo para rogarme que me uniese a vuestras celebraciones, un impulso natural me empujaba a rechazar la aceptación, por ser el menos indicado para hablar; pero… ¡quedamos tan pocos profesores! Y lo mío no es la retórica.
Mas al tratarse de un Gómez López, hermano de mis antiguos y caros alumnos José Enrique (veterinario), Antonio (Licenciado en Económicas) y Juan Manuel (Ingeniero Agrónomo), todos ellos buenos amigos, no tuve más remedio que aceptar y pido disculpas por mi osadía.

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Mi padre, Rafael, nació en Córdoba el 8 de mayo de 1897, precisamente el mismo día, mes y año que lo hacía en Cádiz el ilustre dramaturgo José María Pemán, hecho que comuniqué a dos de sus nietos, los hermanos Ramos Pemán, mis alumnos del instituto “Séneca”.
Estudié en el Instituto Hispano-Marroquí de Ceuta, donde nací, y en dicho Centro fui Profesor Ayudante gratuito y Profesor Adjunto Interino. Preparé mis oposiciones a Adjunto Numerario de Física y Química, cuyos ejercicios comenzaron el 28 de diciembre de 1959, festividad de los Santos Inocentes. Se desarrollaron y felizmente las aprobé teniendo que elegir plaza para el Instituto Provincial de Córdoba, luego instituto Séneca. El 19 de abril de 1960 el B.O.E publica los resultados de la oposición. Me creo en la obligación, y así lo hago, de ofrecerme al Señor Director y Claustro de compañeros. Recibo la contestación de forma inmediata, en forma de una tarjeta, del responsable del Centro, y en ella observo que se trata de un verdadero caballero, y los hechos posteriores me lo confirmarían. Se trata de D. Juan Gómez Crespo.

Un primo hermano de mi padre, que aquí tenía familiares ha de venir a esta Ciudad y me invita a que le acompañe, ya que sabía que estaba destinado a su Instituto, pendiente de la incorporación.  Esto ocurre el 20 de Agosto de 1960. Al siguiente día ya estoy contemplando el busto de Pedro López de Alba, el fundador del Colegio de la Asunción, y saludando al Secretario del Centro, D. Saturnino Liso Puente, quien a su vez era el catedrático de Física y Química. Su despacho era una habitación pequeña llena de papeles por todas partes.

Rápidamente surgió entre nosotros una complicidad que fue más allá de relaciones de compañerismo. Mi nuevo Jefe, compañero y amigo era 20 años mayor que yo, pero para mí fue como un hermano mayor, como un padre, me orientó en mis tareas docentes y en mis prácticas de Física, en aquel descomunal montaje en una de las clases para realizar nuestras experiencias de electricidad. Permanecimos juntos quince cursos, pues además de su Adjunto, luego Agregado, en dos ocasiones fui vicesecretario del centro. Era un trabajador incansable, de buen humor, se sabía de memoria “La Venganza de Don Mendo” y el “Tenorio”, versos que aplicaba cuando llegaba la ocasión.
Recuerdo cierta vez en la cual una chiquita de unos catorce años, muy despierta, llegó preguntando por la Secretaría y el Secretario. Su respuesta fue:
-¿Es la Hostería del Laurel?
- En ella estáis, caballero
-¿Está en casa el hostelero?
- Estáis hablando con él.
Había que ver la cara de asombro de la chiquita.
Su pasión: la filatelia y los trenes. Eran frecuentes nuestros paseos a la antigua estación de la Renfe, para ver la llegada y salida de algún tren, cuyos horarios se sabía al dedillo.
El 18 de Febrero de 1985, recibo una llamada desde Sevilla: era su hija Carmen (Poti):
Don Constantino, mi padre acaba de fallecer.
Ya podéis suponer como me impactó la noticia.
Quedamos en que yo le informaría de la triste noticia a Pedro Blanco, del Seminario de Física y Química y me encargaría de establecer los canales oportunos sin que hubiese olvidos ni cruces.
Al siguiente día estábamos en Sevilla, además del citado Pedro Blanco, José Rafael  Reyes, Laureano Pérez Cacho, entre otros.

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Pero  pasemos a relatar algo sobre hechos vividos durante los 19 años trascurridos en las aulas.
Día 20 de mayo de 1964. Examinábamos de ingreso en Madrid, D. Juan Gómez Crespo como Presidente y, como Vocales, Elvira Sotillos y quien os habla. Poco antes de las 6 de la tarde, D. Juan decidió suspender las pruebas porque decía que iba a tomar café. No más salir  yo le manifesté a Elvira que también iba a tomar café. Algo raro ocurría porque si se suspendían  temporalmente los exámenes y se salía a tomar café, se solía ir el tribunal ¿qué pasaba? D. Juan se fue a su casa y yo a la del conserje el señor Salguero, repito ¿Qué ocurría? Pues nada menos que a las 6 de la tarde confirmaba su alternativa el hoy el V Califa Manuel Benítez “El Cordobés”. A la hora prevista una fuerte lluvia caía sobre la Plaza de Toros de Las Ventas y el festejo formado por Pedrés, Palmeño y Benítez, se vio  interrumpido durante 30 minutos. El nuevo doctor de la tauromaquia resultó cogido y el pronóstico fue muy grave.
Reanudado nuevamente el tribunal, los dos varones comentábamos la mala suerte del torero de Palma del Río.
-¿Tú también has visto los toros?, me preguntó Elvira.
-Pues sí, claro, le respondí
-¡Qué fresco!, me contestó.
Y seguimos examinando.
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El comienzo del curso escolar se celebraba solemnemente. Se invitaba al acto al Señor Obispo, al Señor Gobernador Militar, al Señor Gobernador Civil, al Señor Delegado de Hacienda, entre otros de las denominadas fuerzas vivas de la ciudad. El problema del protocolo surgía con los tarjetones asignados al sitio de cada uno, y los problemas surgidos cuando alguno de los “importantes” mandaba a su segundo en su representación. Por ejemplo, el Señor Obispo al Vicario, el Señor Gobernador Militar al Jefe de Día, etc.
Presidía el Señor Director del Centro, y ahora voy a desvelar una cuestión que yo nunca no había sabido explicar: esa sincronización, al final del acto, de las palabras pronunciadas por el Señor Director “En nombre de su S.E. el Jefe del Estado queda inaugurado el curso escolar mil novecientos tal- mil novecientos cual” y el comienzo de las notas del Himno Nacional.

Estaba yo en la mesa presidencial, como Vicesecretario, sustituyendo a Don Saturnino Liso, el Secretario, que estaba en otros Centros con los exámenes de Reválida. La banda municipal se situaba en el patio de entrada; dentro del Salón de Actos el conserje, el Señor Salguero, junto a las cortinas que aislaban el salón del patio de entrada, disimuladamente, en la mano, un pañuelo visible para el director de la Banda así que al pronunciar la última palabra de mil novecientos cual, el señor Salguero como si fuera presidente de una corrida de toros, agitaba el moquero y… ¡corcheas al aire!

Era muy vistoso ver a los Señores Catedráticos… y Catedráticas, luciendo sus vistosas togas y birretes, destacando entre todos ellos el señor Cabanás, no sólo por su altura, sino porque era el único cuyo birrete poseía la borla que indicaba su doctorado.
Más adelante, ya jubilado, es decir, con más de setenta años fue investido doctor  D. Rogelio Fortea.

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Llegamos  al año 1979. En dicho año accedo a Catedrático de Instituto y paso,  desde el 1 de Octubre, a desempeñar mis funciones en el Instituto Nacional de Bachillerato “López Neyra” de esta Ciudad. Fue su primer Director Don Carlos Pérez de Siles, quien propuso el nombre que hoy ostenta, pues sometida a votación, alcanzó amplia mayoría.
Diez años en el mismo me permiten llegar a la edad de jubilación. Buenos recuerdos también tanto de compañeros, personal administrativo y subalternos, así como de mis alumnos.
Y la realización de una obra sobre el profesor que nomina al Centro, ilustre parasitólogo, que fue editada por la Consejería de Educación y Ciencia de la Junta de Andalucía, que gustó mucho a los antiguos alumnos de la Facultad de Farmacia del sabio cordobés.
Ya acabo: Mis felicitaciones a todos y, como suelo decir, ha habido un proceso alquímico inverso: el oro de vuestro tiempo se ha transformado en el plomo de mis palabras.

         Muchas Gracias.